La Constitución de la República y la función actual del Estado Dominicano Por: Claudio A. Caamaño Vélez
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Cuando los constituyentes se reunieron en San Cristóbal, ese memorable 6 de noviembre de 1844, nació el Estado Dominicano. No solo fue tinta sobre papel, fueron los sueños de una nación con deseos de autogobernarse, fue la sangre de nuestros patriotas, de los caídos por la libertad y la justicia, y de los muchos que caerían ofrendando sus vidas en la defensa de lo que simboliza la Constitución.
A 168 años de ese glorioso día, es bueno que nos traslademos al pasado y tratemos de ver si el Estado Dominicano de hoy es el mismo que vivía en los ideales de los constituyentes y los patriotas libertadores.
La Constitución dominicana personifica el contrato social del pueblo con el Estado. Es el acuerdo voluntario mediante el cual cada dominicano cede parte de su libertad y su trabajo a cambio de bienes y servicios colectivos. Cada dominicano da parte de si mismo para unirse en una colectividad que le garantice prosperidad y felicidad, o al menos las condiciones para obtener estas.
¿Representa la Constitución dominicana los intereses del pueblo dominicano? ¿Representa los intereses de cada uno de nosotros? ¿Está cumpliendo el rol para el cual fue concebida? No sé ustedes, pero yo sinceramente creo que no.
Desde su nacimiento, la Constitución ha sido influenciada, perversamente, por el poder, y puesta al servicio de unos pocos en perjuicio de la mayoría. Desde Pedro Santana hasta nuestros días, su espíritu ha sido contaminado por seres insaciables que solo buscan en el Estado un modo de enriquecimiento y acumulación de poder.
El Estado, en la figura del Gobierno, es implacable al momento de tomar del fruto de nuestro trabajo (los impuestos), pero al momento de darnos servicios… ¿que nos da?
La ley se ha convertido en un instrumento al servicio de una pequeña minoría. Protege la fortuna de los que tienen mucho de las miserias de los que no tienen nada. Garantiza impunidad y privilegios.
Los cuerpos armados y policiales, que pagamos todos, están en más de un 50% al servicio de particulares, mientras el pueblo está a merced de la criminalidad. Su principal función pública radica en repeler las manifestaciones sociales y limitar la voluntad del pueblo.
No existe seguridad social, al menos no en la práctica, si no pregúntenle a los miles y miles de envejecientes que, después de décadas aportando impuestos al Estado, hoy viven en la más mísera de las miserias.
Nuestros impuestos, nuestro esfuerzo, nuestro sudor, está siendo desviado hacia los bolsillos de la clase gobernante. Quienes se escudan, precisamente, en la Constitución.
Entonces… pregunto de nuevo ¿el Estado Dominicano está cumpliendo el rol par el cual fue concebido? La respuesta es obvia. En la actualidad, el Estado Dominicano, solo sirve de instrumento de usura por parte de la élite política y la élite económica. Si analizamos la Constitución y las leyes, y sobre todo, la práctica del Estado nos daremos cuenta que esto que planteo no es fanatismo opositor, ni mucho menos una detracción. De hecho, creo que nada de lo que he dicho aquí es nuevo para nadie, solo he querido recordarles algo que ya saben, y que a veces olvidamos.
Es bueno que nos preparemos para los inminentes cambios, pues el modelo de gestión que lleva este país es insostenible. Y créanme, el pueblo siempre prefiere morir peleando en las calles y no de hambre en sus casas. No lo digo yo, lo dice la historia.
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claudiocaamano@gmail.com
Twitter: @claudiocaamano
(Via z101digital.com)
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