El alma de la toga
Publicado por el periódico Hoy
6 Noviembre 2012, 10:18 PM
El alma de la toga
El derecho a la libre asociación es un derecho del ser humano
Escrito por: Luis Scheker (luis.scheker@claro.net.do)
Nunca he podido estar de acuerdo con la gremialización de jueces y juezas. En este país, por anárquico, más que en ningún otro. Reconozco su derecho. Como diría Joan Manuel Serrat “La Constitución le ampara”. El derecho a la libre asociación, con fines pacíficos, es un derecho fundamental del ser humano. Pero los jueces no son unos seres humanos cualquiera. Con sus muchas necesidades y aspiraciones, son dioses, o semi- dioses. Se les ha confiado la delicada y difícil función de juzgar a los demás.
De dar o quitar libertades, haciendas, honras, reputaciones con su sentencia autoritaria, con pretensión de ser definitiva, infalible, por terrible que sea: El juez habla por sentencia, dicen, y rompen el diálogo. Apegada a la ley y al derecho, es necesario que así sea, apegado a lo justo sin renegar la cortesía y la humildad. Las disputas entre particulares y la lucha contra la criminalidad hacen del juez una figura sumamente valiosa que necesita ser cuidada y protegida por el Estado y la sociedad civil, sin necesidad de sindicalización. Pero también ser supervisados y vigilados, en función del uso de sus facultades y atribuciones. Nada más necesario y justo.
Los sindicatos tienen un origen virtuoso y egoísta a la vez: “la unión hace la fuerza” y he aquí como esa fuerza positiva suele dirigirse en una sola dirección: la defensa de intereses particulares por encima del interés general; y desencadenar una serie de acciones perturbadoras y peligrosas: paralización de servicios vitales o necesarios, huelgas pacíficas, también violentas, chantaje, extorsión en defensa de intereses gremialistas. De transportistas, estudiantes, médicos, guardianes de la salud y hasta los maestros, forjadores de la conciencia cívica nacional. Los jueces - y juezas - aún no han llegado a tal extremo.
Recientemente, mientras jueces de la Vega, con justa razón, se congregaron pugnando por mayor número de empleos, mayores facilidades para el buen desempeño de su oficio y una vida digna acorde con su investidura.
La Asociación de Jueces y Juezas (sic) en cambio protesta y se rebela contra el Consejo del Poder Judicial, órgano instituido por la Constitución de la República para “el control disciplinario sobre jueces, funcionarios y empleados del Poder Judicial.” Sus motivos: dos de sus colegas han sido sancionadas con la destitución por sus desafortunadas sentencias, sin fundamento, a favor de dos imputados de crímenes de femenicidio y lavado de activo del narcotráfico. Considera la Asociación que al actuar de esa manera el Consejo se extralimita. Actúa como gremio sindical, en interés particular, no nacional: Hoy por ti, mañana por mí, desvirtuando sus altos fines.
Nadie dice ni puede presumir que la función de impartir justicia conforme con la ley y el derecho es fácil. Tampoco su sentencia está libre de temores y tentaciones. Siendo falible, el Juez yerra. No siempre su sentencia es justa. Como tampoco la ley que aplica o el procedimiento que maneja. ser. De ahí que se le exija prudencia y sentido de equidad, que no toque los extremos. No puede pretender que su “independencia de criterio” sobrepase el límite de la racionalidad, la ética y la moral, sin la cual el derecho es pura caricatura.
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