Miriam Germán Brito, sobre el poder judicial y su independencia: «Pasé un tiempo sometida a un brutal acoso”

Servicios de Acento.com.do  26 de agosto de 2019 | 3:00 pm SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Para la pensionada magistrada Miriam Germán Brito, ex presidenta de la Sala Penal de la Suprema Corte de Justicia, la ausencia de independencia en el poder judicial “devasta el carácter social y democrático que se supone consustancial al Estado de Derecho”. Para la ex jueza la independencia es una herramienta imprescindible para la administración de justicia, en cuyas decisiones no deben estar ausentes el derecho a un trato igualitario. Dijo que El Consejo Nacional de la Magistratura es un órgano político bajo la dirección del presidente de la República, y que los miembros que se suponen independientes le deben favores o le temen al jefe de Estado, por lo que no resulta confiable para garantizar la independencia del poder judicial. En un reconocimiento que le hizo la Comisión Dominicano de los Derechos Humanos, que dirige Manuel Mercedes, Miriam Germán declaró que en el Consejo de la M

Los problemas de justicia e inmigración

Publicado por el Periódico Hoy

8 Febrero 2013, 9:17 PM
Los problemas de justicia e inmigración
Varios jueces delinquen al influjo de sobres llenos de dinero

Escrito por: FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El país está agobiado por un sinfín de problemas que afectan, en diversa medida, el día a día de cada ciudadano que se ve arropado por los abusos, las precariedades y todo tipo de limitaciones, que van desde el transporte hasta el atropello de los que tienen el poder en sus manos.

Por encima de tantas precariedades, sobresalen dos agobios, a los cuales no les estamos prestando atención, y que cada día van en aumento por el tamaño que van adquiriendo sus deficiencias y su peligrosidad.

Por un lado, el miedo para hacer cumplir las leyes migratorias por la avalancha de haitianos ilegales que ingresan al país como Pedro por su casa, fruto del temor a la opinión internacional a que tilde a los dominicanos de racistas y anti haitianos, nos obliga a contemplar indefensos la haitianización de campos y ciudades, que en algunos lugares, son mayoría creciente.

Por el otro lado, la famosa modernización de la justicia y con el Código Procesal Penal del delincuente, y el surgimiento de los más variados tribunales para las altas cortes, ha provocado severas distorsiones en la aplicación de las leyes, con varios jueces delinquiendo al influjo de sobres llenos de dinero, extorsión y manejando expedientes al influjo de la música política que domine el panorama.

El resultado de lo anterior, es la carta blanca de la policía para eliminar delincuentes, que en soslayados intercambios de disparos, administran la justicia que en los tribunales no se va a aplicar para someter a los antisociales.

De ahí que las elocuentes expresiones de los jueces y sus comunicadores simpáticos, que alaban la justicia y de su peculiar composición en que muchos de los estamentos obedecen a la línea política preponderante de la actualidad, y que ahora, en selectiva escogencia, se le comienza a dar al país la esperanza de que sonados casos de corrupción administrativa o de lavado de dinero del narcotráfico, van a ser conocidos por los tribunales.

El caso migratorio despreocupante y los incidentes de Dajabón del mes pasado, se forzaba a que se abriera la frontera para una entrada libre de todo el haitiano que quisiera ingresar al país, pero las autoridades se revistieron de una autoridad hasta ahora desconocida y frenaron las pretensiones occidentales y de los jesuitas. Las autoridades haitianas han sido negligentes e indiferentes para llevar a cabo un proceso de identificación de sus ciudadanos, carentes de documentos en que se les reconozca, aun cuando sea un nombre, ya que al llegar aquí adoptan los más populares, como ocurre con un personaje de una famosa novela del sueco Henning Mankel, que la protagonista indocumentada, al llegar de África a España y al ver el nombre de una fundita de té dijo que se llamaba Tea Bag. Por igual proceden los haitianos en que muchos se ponen el apellido fácil de pronunciar en que no aparezca la “r” por aquello de perejil.

Se nos pinta un panorama que va ser la constante de las futuras relaciones isleñas en que las autoridades occidentales, gozando de las simpatías de la opinión pública y de organismos internacionales de ayuda y de derechos humanos, pretenderán hacer prevalecer sus intenciones para que el flujo migratorio sea por la libre, y que los dominicanos, sumisamente, acepten esa realidad que pudiera ir señalando el futuro de la isla, en caso que por las presiones internacionales, se le tuerza el brazo a los dominicanos, de que al haitiano que llega sin documentos, se le permita entrar.

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